7/9/24
Esta entrada no se refiere al título de los trece relatos que completan la trilogía seleccionada por Hitchcock con ese nombre: No apto para cardiacos, que trata sobre crímenes terroríficos. No. No es mi intención hablar del horror de los actos que comenten los seres humanos, ficticios o reales, para eso están los informativos de los medios de comunicación cada día y las innumerables series de televisión.
El título que he elegido es para advertir a personas miedosas (estoy pensando en algunas), que no están acostumbradas a mirar debajo del agua, de que esta entrada trata sobre un animal marino con mala fama: la morena (Muraena helena). Sin embargo, hay poquísimos registros de ataques de este pez con forma de serpiente, ya que es un animal tímido que no ataca si no es atacado primero, o ataca, pero solo en el caso de que se sienta amenazado por algún buzo que se le acerque demasiado, ya que debido a su escasa vista se puede sentir en peligro.
El miedo que inspiran estos peces se debe a los dientes afilados que enseñan al abrir y cerrar la boca por la necesidad de bombear agua constantemente.
Morena (Muraena helena) con la boca abierta mostrando sus dientes. Fotografía de M. A. Rodríguez.
Yo he de reconocer que las veces que las he visto, bien deslizándose en las praderas de posidonia, donde vienen a desovar cerca de la costa en verano, o dentro de sus cuevas en la Reserva Marina de Cabo de Palos, me producen inquietud. El miedo a animales que se deslizan como las culebras y las serpientes, y en este caso las morenas, debe de ser algo cultural que aprendemos desde la infancia, o que según la antropóloga Lynne A. Isbell hemos heredado de nuestros ancestros, como instinto de supervivencia.
Morena (Muraena helena) sobre hojas muertas de Posidonia oceanica. Fotografía de Juan Antonio González Hidalgo.
Calabardina (Águilas)
Los romanos y las morenas
Estos peces marinos han sido temidos y admirados desde tiempos antiguos. La alta sociedad romana los mantenía en estanques y, servidos en banquetes, se consideraban un bocado exquisito. Aparecen representados junto con otras especies en mosaicos de villas y residencias. Pero para saber más del valor de esta especie, historias y su uso gastronómico en la antigua Roma, os recomiendo visitar el blog de la filóloga Ana Sánchez Abemus incena.
Mosaico romano del siglo I en el aparecen especies marinas comestibles. Museo Británico. Londres
Cómo es, dónde vive y cuándo se reproduce.
La morena (Muraena helena) tiene una boca muy grande y ojos pequeños, y su cuerpo, que puede llegar a medir un metro y medio, es alargado y comprimido. Presenta manchas de color amarillo, negro o marrón y no tiene escamas ni aleta caudal.
Vive en cuevas y oquedades hasta a 100 metros de profundidad.
Se reproduce en verano, su puesta tiene lugar entre julio y septiembre.
Muraena helena juvenil en Cabo de Palos. A pesar de que posee sólo una hilera de dientes, su mordedura es muy infecciosa por la gran cantidad de microorganismos que se hallan entre ellos. Fotografía de Eulalia Rubio. Cabo de Palos
Morena con sus preciosas tonalidades deslizándose en su cueva. Fotografía de Miguel Ángel Rodríguez.
Aunque estos animales marinos suelen vivir en solitario, a veces se encuentran en grupos como en esta magnífica foto de Juan Antonio González Hidalgo.
La gran familia. Fotografía de Juan Antonio González Hidalgo. Calabardina (Águilas)
Morena deslizándose por un fondo arenoso. Fotografía de José Luis Alcaide
La morena un pez de hábitos nocturnos, de día apenas asoma la cabeza de su cueva, pero por las noche sale a la caza de peces y cefalópodos. A la izquierda de esta foto de Luis Miguel Abellaneda se pueden ver salmonetes reales (Apogon imberbis) que viven en las zonas oscuras de las rocas.
Relaciones simbióticas
He dedicado otras entradas de este blog a esas relaciones que establecen algunos animales con otros de su misma especie o de otra diferente: las medusas con alevines de jureles y algas simbiontes; las anémonas de mar con el gobio y con misidáceos o con el cangrejo araña fantasma; los salmonetes con los magres o herreras; los sargos con los merlos… En el caso de la morena, su relación con la gamba Lysmata seticaudata es de mutualismo. Yo te hago una cosita a ti, y a cambio, tú me das una cosita a mí.
La gamba Lysmata seticaudata limpiando la boca a una morena que a su vez tiene un chafarrocas adherido a su mejilla. Fotografía de Juan Antonio González Hidalgo. Calabardina (Águilas)
Y es que esta gamba tiene una "obsesión compulsiva por la limpieza" y le encanta hurgar en la boca de congrios y morenas para aprovechar los restos de comida que se les quedan adheridos. Esta acción beneficia a ambas especies: limpieza a cambio de comida.
Fotografía de J.A. Oliver “Oli"
Esta gamba tiene unos ojos negros grandes, largas antenas y rayas rojas y blancas a lo largo de su cuerpo. Desarrolla su actividad por la noche y a veces se la encuentra e grupos como en esta foto de Fernando Herranz.
Grupo de gambas Lysmata seticaudata limpiando la boca de una morena. Fotografía de Fernando Herranz
Las morenas se quedan totalmente quietas mientras dura la operación limpieza por el beneficio que obtienen al ser despojadas de restos de comida que de otra forma se pudrirían dentro de la boca.
Congrio y morena compartiendo oquedad. Fotografía de Juan Antonio González Hidalgo. Calabardina (Águilas).
Agradecimientos por la cesión de fotografías a: Eulalia Rubio, Juan Antonio González Hidalgo, Fernando Herranz, José Luis Alcaide, Luis Miguel Abellaneda, Miguel Ángel Roodríguez y J.A. Oliver “Oli”.
Más sobre interacciones biológicas
Son las relaciones que establecen los organismos en una comunidad biológica dentro de un ecosistema. Para ver interacciones entre individuos de diferente especies o entre la misma especie, haz clic en los enlaces o en las imágenes.
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Fuentes consultadas
Fundación Oceanogràfic Valencia
La morena y la gamba. Buceo en la Comunitat Valenciana
Valenzuela, América. El origen de la fobia a las serpientes. RTVE
Cibsub. Lysmata seticaudata
Habemvs Incena. Blog de Ana Sánchez