5/11/20
Una de las mayores alegrías que he experimentado durante los veranos ha sido la de observar caballitos de mar (Hippocampus guttulatus). Desgraciadamente su presencia ha ido disminuyendo a pasos agigantados en las últimas décadas hasta llegar al verano más triste, del año más triste, en el que esta especie emblemática del Mar Menor parece habernos abandonado.
Caballito de mar (Hippocampus guttulatus) en el Mar Menor. 2018. Fotografía: Isabel Rubio
Caballito de mar (Hippocampus guttulatus) en el Mar Menor. 2018. Fotografía: Isabel Rubio
Los avistamientos en 2020 han sido rarísimos. Ni siquiera el grupo de voluntariado de la Asociación Hippocampus, que lleva a cabo un extraordinario trabajo sobre las poblaciones de este pez desde hace 13 años, ha conseguido ver más de tres ejemplares; de estos, solo uno ha sido registrado dentro del área de muestreo. Algunas personas han comunicado algún que otro avistamiento, pero el resultado es demoledor.
Cristina Mena de la Asociación Hippocampus retirando caballitos de las redes antimedusas en 2018. Fotografía: Isabel Rubio
Por la pena que me ha producido no haber visto ningún caballito este verano, y para olvidar la imagen del último ejemplar muerto que encontré en las orillas del Mar Menor, voy a dedicar esta entrada a estos animales fascinantes con algunos datos curiosos.
Caballito de mar encontrado muerto en la orilla del Mar Menor en septiembre de 2019, tres semanas antes de la mortandad de peces y crustáceos. Fotografía: Isabel Rubio
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El nombre del género Hippocampus viene del griego “Hippo" que significa caballo y “kampos", monstruo marino.
El asombro que producen estos animales marinos ha hecho que civilizaciones como la fenicia, etrusca, griega, romana, los hayan considerado seres mitológicos. Aparecen representados en esculturas, mosaicos, frisos, vasos, etc. con cabeza de caballo y la parte inferior del cuerpo de pez, transportando ninfas o tirando del carro de Poseidón, el dios del mar.
Friso en relieve del s. II a.C. representando a Nereida sobre hippocampo. Gliptoteca de Munich
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Se conocen unas 40 especies de caballitos de mar en todo el mundo; viven en aguas tropicales, subtropicales y templadas, e incluso se han encontrado dos especies diferentes en el tramo final del río Támesis en Londres, las mismas que se encuentran en el Mediterráneo: Hippocampus hippocampus (caballito de mar de hocico corto), e Hippocampus guttulatus (caballito de mar de hocico largo). Esta última especie es la que habita en el Mar Menor, y es la protagonista de esta entrada.
Caballito de hocico corto en Calabardina (Águilas), fotografía de Juan A. González Hidalgo y caballito de hocico largo en el Mar Menor de Eulalia Rubio
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A pesar de su aspecto tan peculiar, los caballitos de mar son peces: tienen branquias, aletas y una vejiga natatoria. Sin embargo, se desplazan verticalmente, impulsados por su aleta dorsal, a diferencia del resto de peces que nadan horizontalmente impulsados por su aleta caudal.
Han perdido la aleta pélvica y la caudal; la aleta dorsal es la más larga y la que impulsa el movimiento agitándola unas tres veces y media por segundo.
También se diferencian del resto de peces en que tienen una especie de armadura formada por placas óseas articuladas que protegen su cuerpo en vez de escamas; estas placas están cubiertas por una especie de piel.
Miden de 9 a 18 cm.
Caballito nadando en posición vertical, se aprecia la aleta caudal en forma de abanico. Fotografía de Cristina Mena
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Es el único pez que puede enrollarse en un dedo de tu mano, porque en lugar de aleta caudal tiene una cola prensil con la que se sujeta a fanerógamas o algas para evitar ser arrastrado por las corrientes.
Caballito de mar sujeto a una hoja de Cymodocea nodosa. Fotografía: Isabel Rubio
5. “Melena"
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Algunos caballitos, tanto hembras como machos adultos, de la especie H. guttulatus presentan unas excrecencias de piel gruesa sobre su cabeza o cuerpo, que desaparecen cuando envejecen. Pueden vivir hasta cuatro años.
Caballito de mar con “melena”. Fotografía de José Luis Alcaide
6. En común con los camaleones
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Pueden cambiar su color para camuflarse y pasar desapercibidos ante depredadores, al igual que hacen los camaleones; además, tienen también en común con esos reptiles que pueden mover los ojos independientemente, el uno del otro.
Perfecto camuflaje entre algas cubiertas de epifitos. Fotografía: Isabel Rubio
7. Fidelidad y cortejo
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Se cree que son monógamos y que permanecen durante mucho tiempo con la misma pareja, o al menos durante el periodo de apareamiento, algo bastante inusual en la naturaleza.
Durante el periodo de apareamiento el macho y la hembra se acercan durante unos minutos para “saludarse” diariamente; más tarde estos saludos se transforman en un cortejo en el que bailan y entrelazan sus colas hasta que ponen juntos sus genitales con el fin de que la hembra deposite los huevos maduros en la bolsa incubadora del macho.
Pareja caballitos de mar en isla del Ciervo. Mar Menor. Fotografía: Isabel Rubio
8. Reproducción
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Foto de macho de Hippocampus guttulatus en la que se puede observar su bolsa incubatriz. Fotografía: Isabel Rubio
Una de las características más llamativa de la familia de los signátidos, a la que además de los caballitos de mar, pertenecen las agujas (Syngnathus abaster, S. typhle), es la reproducción: el macho fecunda con su esperma los huevos que le ha introducido la hembra en el interior de su bolsa. Los huevos permanecen en esta bolsa de dos a cuatro semanas, según la especie y la temperatura del agua, hasta que el macho los expulsa, como si fuera un verdadero parto.
El nacimiento de los juveniles se produce a través de un proceso doloroso en que el macho experimenta contracciones durante la expulsión, y puede durar desde unos minutos a tres días.
Macho pariendo en el Mar Menor en esta impresionante foto de Javier Murcia
9. Los retoños
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Cuando nacen, los caballitos de mar son reproducciones exactas de adultos, aunque sus cabezas y ojos son más grandes en relación a sus cuerpos, y sus colas más cortas, las cuales utilizan para sujetarse a sus “hermanitos” o a filamentos como en la foto de Oli.
Juvenil de caballito de mar. Fotografía de J.A. Oliver
10. Alimentación
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Su hocico en forma de tubo termina en una boca pequeña sin dientes a través de la cual succiona sus presas, principalmente pequeños crustáceos y larvas planctónicas, que se hallan en la columna de agua o sobre la vegetación en la que se encuentran.
Detalle del hocico del caballito de mar. Fotografía: Isabel Rubio
11. Desplazamiento
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Los caballitos de mar no son buenos nadadores, lo que les impide huir rápidamente de sus depredadores.
Permanecen quietos durante mucho tiempo, así que este gasterópodo Rissoa membranacea, ha aprovechado para subirse a su lomo.
H. guttulatus con una caracolilla adherida a su cuello. Fotografía: Isabel Rubio
12. Hábitat
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El caballito de hocico largo (Hippocampus guttulatus) vive en aguas no muy profundas, en praderas de fanerógamas como las de Cymodocea nodosa o de algas como Caulerpa prolifera, en donde encuentra protección y alimento. El Mar Menor ha sido un paraíso para estos peces, en donde hubo millones en el pasado.
Caballito en pradera de Cymodocea nodosa. Isla del Ciervo. Mar Menor. Fotografía: Isabel Rubio
13. Peligro de extinción
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El caballito de mar fue uno de los primeros animales en ser registrados en la Convención sobre Comercio Internacional de Especies en peligro (CITES) debido a su demanda para acuarofilia y medicina oriental.
Esta noticia de 1984 da cuenta de la venta de caballitos en el Mar Menor como souvenirs o para exportarlos a países en los que se utilizan como medicina. Estos usos más la destrucción y la contaminación de sus hábitats, y la entrada en el Mar Menor de depredadores como el cangrejo azul (Callinectes sapidus), los ha llevado al borde de la extinción. Hippocampus guttulatus se encuentra incluidos en el Libro Rojo de Vertebrados de la Región de Murcia. Desgraciadamente esta protección no ha servido para protegerlos de manera efectiva.
Noticia del diario La Verdad de Murcia de 4 de noviembre de 1984 en la que se informa como algo positivo la venta de caballitos de mar
14. La pregunta final
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Y como en entradas anteriores de este blog, termino angustiada con una pregunta sin respuesta: ¿Serán estas esculturas de cerámica los únicos caballitos que conocerán las generaciones venideras?
Paseo marítimo de Los Nietos. Fotografía: Isabel Rubio
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Agradecimientos a Cristina Mena, Javier Murcia, José Luis Alcaide, Eulalia Rubio, Juan Antonio González Hidalgo y J.A. Oliver por la cesión de sus fotos, y a Verónica Ruiz Calderón por el regalo del maravilloso libro de Sara Lourie.
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Nota: Hippocampus ramulosus es el nombre con el que se denominaba a Hippocampus guttulatus en el pasado.
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Fuentes consultadas
Lourie, S. (2016): Seahorses. A Life-Size Guide to Every Species. Ivy Press
BBC: Seahorses found living in River Thames in London
Robledano, F. y otros (2006) Libro Rojo de los Vertebrados de la Región de Murcia